Alexander Payne: «Paul Giamatti es un tipo brillante y encantador, el ser humano más leído que conozco».

Los que se quedan, la nueva película de Alexander Payne (Omaha, Nebraska, 1961) nos descubre a un profesor cascarrabias (Paul Giamatti) de un prestigioso colegio americano que se ve obligado a permanecer en el campus durante las vacaciones de Navidad. Contra todo pronóstico, construye un insólito vínculo con un alumno, un inteligente y problemático muchacho con sus propios traumas (Dominic Sessa), y con la jefa de cocina de la escuela (Da’Vine Joy Randolph).

Payne, siete veces nominado al Oscar (por los guiones de Election, Entre Copas y Los descendientes, por la dirección de Entre copas, Los descendientes y Nebraska y como mejor película por Los descendientes) de los que ganó dos (guion de Entre copas y Los descendientes), es uno de los grandes favoritos de los próximos Oscar. Un cineasta de culto que nunca suele fallar.

¿Cómo nació esta película tan especial, cuál es el origen?

Hace más de una década, vi una película francesa no demasiado conocida, Merlusse (1935), de Marcel Pagnol. La vi una sola vez y no se me iba de la cabeza. Cuenta la historia de los estudiantes de un colegio interno que deben quedarse con un odiado profesor durante un periodo vacacional. Y me di cuenta que esa sería una gran premisa para una nueva película. 

Los que se quedan está ambienta en la década de 1970, así que podríamos decir que es su primera película de época…

En cierto sentido, llevo toda mi carrera haciendo películas de los 70. Me centro en lo que espero que sean historias muy humanas en contraposición a historias de estratagemas, convenciones o ardides. Me gusta tener un protagonista y una historia que se aproximen a la vida real más que a la vida cinematográfica. Además, yo también estudié Historia en la universidad y sigo leyendo mucho sobre esa materia. Ahora veo que hacer películas de época es lo más cercano que se puede hacer a viajar en el tiempo, así que vivir esa experiencia ha sido una maravilla. 

¿Trabajó con algunas referencias durante el rodaje?

Para garantizar que todo el equipo de producción tuviera lo mismo en mente en cuanto a una imagen auténtica, el tono y el ritmo, proyecté El último deber (1973), El casero (The Landlord) (1970) y Harold y Maude (1971), las tres de Hal Ashby; y Luna de papel (1973), de Peter Bogdanovich, para captar el ritmo de esas películas, la atención al detalle y, en el plano técnico, la textura de la fotografía y el diseño de producción. 

Dirigió a Paul Giamatti en Entre copas (2004). ¿Cómo ha sido el reencuentro?

Esa fue tal vez la colaboración más feliz que he tenido la suerte de disfrutar nunca con un actor, y eso que he trabajado con muchos de nivel extraordinario. Creo que Paul Giamatti es un grandísimo actor. Lo respeto muchísimo y creo que él ahora también me respeta a mí como director, así como mi sensibilidad. Cada toma de Paul es totalmente certera y completamente nueva. No hay nada que no sea capaz de hacer. A modo de prueba, recuerdo que una vez le reté a leer la guía telefónica de Omaha ante público en directo en un evento benéfico de Nebraska. Ni qué decir tiene que, nada más empezar, se metió al público en el bolsillo. «Le dije: “¡Eres capaz de hacer que funcionen hasta los peores diálogos!”. Es un tipo brillante y encantador, el ser humano más leído que conozco y, por supuesto, es un placer trabajar con él.

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