Beckett es un gatito egoísta y malcriado… hasta que pierde su novena y última vida y no acepta que su existencia en la Tierra termine. El protagonista se plantará entonces a las puertas del cielo suplicándole a la guardiana una última oportunidad para poder regresar a su perfecta y cómoda rutina. La mujer se apiada de él y decide darle otras nueve vidas. Lo que Beckett no sabe es que, ahora, en cada nueva vida, se reencarnará en un animal diferente regresando a la Tierra como ratón, cucaracha, mofeta, perro…
Esta es la divertida historia que nos cuenta 10 Vidas, película de animación independiente ambientada en la Riviera inglesa, costa de Dorset, donde el cielo es azul, la campiña te envuelve con su verde manto de pastos y bosques y el azul del mar golpea con fuerza los acantilados blancos de la costa.
Un lugar donde quedarte a vivir, aunque sea con este gato Beckett tan peculiar. El director de la película, Christopher Jenkins, nacido en Gales en 1961, afincado en Estados Unidos, que empezó en el mundo de la animación con ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1987), se formó en Disney y luego en DreamWorks y ha dirigido el largometraje Al aire patos (2018), nos cuenta un par de cosas sobre este gato y sus 10 vidas.
¿Cuál ha sido la mayor inspiración de la película?
Mi amor de toda la vida por los animales, además de la larga lista de mascotas que he tenido, me sirvieron de inspiración para un cómic de un gato arrogante que se convierte en muchos animales diferentes. La gracia iba a ser que el gato se mantuviera impasible ante cualquier circunstancia, pero la conexión que tienen los dueños con sus mascotas le dio un enfoque más profundo a la historia. Los animales que acogemos en nuestros hogares permanecen poco tiempo, pero su presencia tiene un impacto enorme en nuestras vidas.
Las películas son un legado permanente, ¿qué quieres que transmita la tuya?
La historia de un gato que tiene múltiples oportunidades de vivir una vida «mejor» contiene muchos mensajes de esperanza. En realidad, el mensaje es muy sencillo: «Solo tienes una vida, así que vívela bien y ama mejor».
¿A quién quieres que llegue esta película?
Tiene algo que permite que cualquier familia y generación pueda verla y disfrutarla junta. Dicho esto, la alegría que me produce a nivel personal ver a niños pequeños morirse de risa no tiene precio. Ser capaz de alcanzar ese tipo de alegría es pura magia.
¿Por qué pensaste que era necesario contar esta historia ahora?
A primera vista, ver a un gato enfrentarse a la deshonra de convertirse en un animal «inferior» es una comedia muy divertida. En un plano más profundo, creo que en una época de tanto cinismo como la nuestra, toca descaradamente de la fibra sensible y plantea un mensaje de esperanza desinteresada.
¿Cómo quieres que se sienta la gente después de ver la película?
Me gustaría que cuando la gente salga del cine se sintiera emocionalmente conmovido, humorísticamente satisfecho y con ganas de volver a verla.
¿Tu parte favorita del rodaje? ¿Algún recuerdo especial?
Es una pregunta difícil porque son muchos y muy buenos los recuerdos. Pero creo que reescribir la historia para que tuviera lugar en Inglaterra (país que echo desesperadamente de menos), y con un reparto inglés de actores brillantes, fue un sueño hecho realidad.
¿Cuál fue el mayor reto al que os enfrentasteis?
Fue un enorme reto creativo planificarlo todo de antemano para que no hubiera sobrecostes. Mientras reescribía la película, tuve que imaginar lo que me gustaría ver y pelearme conmigo mismo para conseguir todo manteniendo un presupuesto relativamente pequeño. La suma de muchas pequeñas decisiones dio lugar a una película que cuenta una hermosa historia sin tratar de impresionar con fuegos artificiales y efectos especiales. Cosa nada habitual en el mundo de la animación.
Cuéntanos cómo y por qué te metiste en el mundo del cine.
Crecí en Gales, la parte occidental del Reino Unido. El adosado de mis padres, Miner’s Cottage, estaba rodeado de minas de carbón y montañas. Aunque las minas de carbón iban desapareciendo una a una, el paisaje seguía siendo el de un mundo en blanco y negro, así que cuando, gracias al cine local, descubrí la animación, el tecnicolor de las películas me abrió los ojos a algo «más allá».
Al mismo tiempo que descubría ese nuevo mundo, la forma de contar historias de mi padre me descubrió el humor y la narrativa, y las sonrisas de mi madre reaccionando a mis interminables dibujos me animaron a seguir creando. Un poco más tarde, como estudiante de arte que estudiaba ilustración en Londres, me encontré en el lugar adecuado en el momento oportuno cuando Walt Disney Feature Animation estaba contratando personal para trabajar en ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1987). Soy ilustrador por naturaleza y por formación. Me convertí en animador de efectos por casualidad, pero pronto cogí gusto a dar vida a los dibujos. En La Sirenita (1989) animé muchas burbujas, olas rompiendo, y arcoíris celestiales. En La bella y la bestia (1991) me deleité con tormentas y relámpagos. En Aladdín (1992) tuve la oportunidad de animar magia, fuego y lava, y en El jorobado de Notre Dame (1996) creé una Esmeralda bailando en llamas. Toda la maravillosa formación y entrenamiento que recibí en Disney ha dejado huella en todos mis trabajos. Para mí, lo más importante es la atmósfera en la narración. Nunca he recibido formación como guionista, pero desde que me sentaba en el regazo de mi padre para escuchar sus bonitas historias, llenas de color y de humor, siempre he querido escribir mis propios trabajos.
¿Qué harías si no fueras cineasta?
Estaría haciendo guitarras en una pequeña carpintería en algún lugar de Oregón.
10 Vidas se estrena en cines el 2 de agosto