“Es una película para pasar un buen rato. Es sexy y divertida. Vemos localizaciones espectaculares y el reparto es increíble. ¿Qué más podrías querer?”. Así comienza Sydney Sweeney, entusiasmada con esta divertida comedia sobre dos antiguos amantes que se odian, pero acaban en una boda en Australia y deben fingir que siguen juntos.
“Por mucho que ella le odie a él, y viceversa, considera esencial no arruinar la boda de su hermana. Así que urde un plan: por mucho que se odien van a pretender que se gustan. A medida que se desarrolla la farsa, empiezan a quererse de verdad, pero eso es algo que no se pueden admitir a sí mismos”, continúa la actriz, que con esta película ha podido demostrar su gran talento cómico. “A veces me pregunto si Will (Gluck, el director y guionista) se ha frotado las manos pensando en todas las cosas retorcidas que nos ha hecho hacer a Glen y a mí. Aunque en realidad ha sido muy muy divertido. De nada, Will”.
Para la actriz, esta historia tan loca le ha ofrecido la oportunidad de interpretar un personaje real. “Es algo que se ve a diario. A la gente le asusta mostrarse vulnerable, les cuesta tanto abrirse a otra persona que sabotean la mejor relación que han tenido en su vida. Bea y Ben tienen una conexión real, profunda, y hacen todo lo posible por mirar hacia otro lado… hasta que ya no pueden ignorar algo tan obvio”.
Se nota que Sydney es el alma de la película. Además de su protagonista femenina, es productora ejecutiva. Su entrada en el proyecto hizo que este cogiese forma definitiva. Es más, ella contactó con Will Gluck. “Ha dirigido las películas con las que he crecido, comedias románticas míticas como Rumores y Mentiras (2010) y Con Derecho a Roce (2011). Ha sido muy emocionante poder trabajar con él porque tiene una forma muy particular de ser. El rodaje ha sido como ir de campamento y hacer travesuras, ha sido muy divertido”.
La actriz también puso el nombre de Glen Powell sobre la mesa. “Le conocí en el escenario de los MTV Awards, fue el que me dio el premio. Recuerdo ir caminando hacia él y pensar: ¿Pero, quién es este tipo? No podía olvidarme de ese pequeño instante, por eso él siempre fue mi favorito para el papel. Ha sido muy divertido trabajar con Glen. Siempre tiene algo gracioso que decir y se está ejercitando constantemente. Podía estar encima de mí, a mi lado, detrás de mí… siempre haciendo flexiones. Ha sido una locura”.
Glen Powell se hizo con el papel de Ben y, de paso, con la oportunidad de protagonizar algunos de esos momentos cinematográficos que son difíciles de olvidar. Como ese en el que se acerca a Sydney, que lleva un vestido rosa y está delante de la Ópera de Sidney, sopla el viento, él lleva un esmoquin y está a punto de confesarle su amor. “Es de lejos el momento más romántico en el que haya estado involucrado”, confiesa el actor que, como anécdota, no puede ignorar lo mucho que luce su físico en la película. “No me di cuenta de cuánto tiempo estaría desnudo. Sabía que era una comedia romántica, lo que significaba que debía alejarme de la cerveza durante un tiempo, pero no esperaba estar tan desnudo tanto tiempo. Cada pocos días sacaba las pesas y le daba duro, ha sido importante mantenerme en forma”.
Como dice su director, Cualquiera menos tú es una carta de amor a Australia. Will Gluck rodó allí Peter Rabbit (2018) y Peter Rabbit 2: A la Fuga (2021). “Nos lo pasamos genial haciendo esas dos películas, así que cuando decidimos que esta estaría ambientada en Sidney lo primero que hice fue llamar a las maravillosas personas con las que ya había trabajado para preguntarles si podíamos contar con ellos”.
El objetivo principal de Gluck, además de que la película fuese graciosa, es que se mostrase Sidney en todo su esplendor porque se ha convertido en uno de sus sitios favoritos en la Tierra. “Escribí esta película ambientada en Sidney principalmente porque quería pasar cuatro meses ahí con mi familia. He sido algo egoísta, pero estaba seguro de que todo el reparto iba a enamorarse del lugar igual que yo. Y lo hicieron”.
La película se ha rodado en localizaciones míticas como la Ópera de Sidney, el puente de la bahía, Bondi Beach, Palm Beach, el barrio de The Rocks y el Sydney Cricket Ground. Probablemente lo más espectacular fue cuando rodaron durante siete noches en un yate inmenso navegando por la bahía de Sidney. “Escribí muchas escenas que nunca pensé que nos dejarían rodar. Como esa en la que aterrizamos con un helicóptero en la Ópera de Sidney del que Glen salta varias veces, tanto de día como de noche, o cuando dejamos a nuestros dos protagonistas en una boya en la mitad de la bahía de Sidney cinco noches seguidas”.