Después de Jeffrey Dahmer, un magnífico Evan Peters en la primera temporada, y los hermanos Menendez que asesinaron a sus padres en la segunda, en la tercera le toca al turno al posiblemente asesino en serie más famoso de todos aunque, curiosamente, es el que menos crímenes cometió: dos mujeres del pueblo, una fue la dueña de la taberna y la otra la de la ferretería.
Ed Gein (1906-1984) es famoso gracias al cine y su leyenda ha crecido tanto que ahora es una especie de mito. Ryan Murphy lo sabe y por eso le ha elegido como figura central de la tercera entrega de su antología sobre la crónica negra de Estados Unidos, su huella del crimen particular.
Como dice Jesús Palacios en su entretenida guía Psycho Killers. Anatomía del asesino en serie (Ediciones Temas de Hoy. 1998) Ed Gein «se iba a convertir durante años en prototipo del psychokiller, un hombre surgido de la América más profunda y rural, perfecta encarnación del espíritu genuino del gótico americano». Ed Gein vivía en una granja en Plainfield, Wisconsin, y era el raro del pueblo. Cuando la policía entró en su casa, encontró un auténtico museo de los horrores: objetos hechos con piel humana, cabezas disecadas, vestidos hechos con pieles… Todo lo que pudo conseguir en sus paseos al cementerio.
Ed Gein fue detenido en 1957 y dos años después Robert Bloch publicó su novela Psicosis. Norman Bates se perfiló con Gein como modelo. Ambos habían tenido madres posesivas y fanáticas religiosas, a los dos les gustaba disecar animales y oían voces en sus alucinaciones. Leatherface, de La Matanza de Texas (1974) también surgió de Gein. Y Thomas Harris creó a Jame Gumb, alias Buffalo Bill, en la novela El silencio de los corderos (publicada en 1988) con Gein en mente.
Además de varios documentales, cómics y libros, se han hecho tres películas de ficción basadas en su vida: Trastornado (Deranged) (1974), Ed Gein (2000) y Ed Gein: The Butcher of Plainfield (2007). Como una auténtica star, el granjero se terminó convirtiendo en un producto de consumo.
Ed Gein era un tipejo de aspecto mediocre y poca cosa físicamente, así que sorprende que para interpretarlo Ryan Murphy haya elegido a todo un galán: Charlie Hunnam, de 44 años, siete menos de los que tenía el asesino cuando fue arrestado.
Hunnam fue la estrella de la serie Hijos de la anarquía y en el cine ha protagonizado La cumbre escarlata (2015), Z. La ciudad perdida (2016), Rey Arturo: La leyenda de Excalibur (2017) y el remake de Papillon (2017). Además, se habló mucho de él cuando rechazó en el último momento (tres semanas antes de empezar a rodar) el codiciado papel de Christian Grey en la trilogía Cincuenta sombras de Grey.