Matthew Vaughn (Londres, 1971) es un tipo que suele hacer películas muy entretenidas, como Kick- Ass, Kingsman y alguna de X-Men. Argylle es la última, una aventura de espías que tiene su origen en 2020, durante el confinamiento.
¿Cómo empezó todo para Argylle?
Estaba en nuestra casa a las afueras de Londres cuando decidí dar clases de cine a mi esposa Claudia (Schiffer) y a mis dos hijas, que tenían entonces diez y quince años. Estábamos en pleno confinamiento, era una oportunidad única para que vieran películas que sería imposible en otro momento. Les enseñé la comedia adolescente Todo en un día, rodada en 1986 por John Hugues, pero la película que más les impresionó fue la comedia de aventuras Tras el corazón verde (1984), de Robert Zemeckis, con Michael Douglas y Kathleen Turner. Fue un auténtico éxito. También vimos Con la muerte en los talones, de 1959, dirigida por Alfred Hitchcock, en la que un hombre corriente se ve envuelto en una extraordinaria aventura de espionaje, y a mis hijas les encantó. Entonces se me ocurrió hacer una película así para ellas.
¿Y la novela de Elly Conway, que es un poco la base de la película?
Esa novela es el mejor thriller de espías que he leído. Pero su estructura es muy clásica, y yo no quería hacer una adaptación tradicional. La película solo utiliza el universo y los personajes de la novela como inspiración a modo de trampolín para una película nueva y original. He ayudado a orquestar lo que se espera de un thriller de espías (con la saga Kingsman), y me pareció que había llegado el momento de poner a prueba algunos de los clichés que tanto he defendido. Las películas de los ochenta que enseñé a mis hijas siempre equilibran a la perfección una historia genial con el más puro escapismo. Pensé que el mundo posCovid necesitaba algo que nos hiciera sonreír y que ofreciera una montaña rusa de emociones. En la película, Elly Conway, la autora de la novela, es la protagonista. En vez de ser una película en torno a un espía, se convertiría en la historia de una escritora solitaria que, de pronto, se ve catapultada al mundo del auténtico espionaje cuando las tramas de sus novelas se acercan peligrosamente a las actividades de una oscura organización secreta. Mi primera motivación es escribir una historia que cautive. No intento reinventar el género, sino ofrecer una perspectiva nueva. Dirijo como si fuera un espectador, pensando en lo que me gustaría ver o en los elementos nuevos que puedo incorporar a la historia para que mantenga la novedad.
Nota: Elly Conway nació y creció en el norte del estado de Nueva York. Escribió su primera novela sobre el agente Argylle mientras hacía el turno de noche como camarera en una cafetería. Actualmente está trabajando en la próxima entrega de la serie.
La película es como un viaje trepidante, donde no ocurre nada convencional. ¿Era es el principal objetivo?
Sinceramente, prefiero las películas que me ofrecen la posibilidad de escapar, las que mezclan glamour y dureza. Eso sí, la belleza es esencial. Cuando de niño veía las películas de Bond, siempre me parecía vivir una aventura -iba a sitios desconocidos, veía a gente desconocida. Era una sensación asombrosa-, y en esta película he intentado recrear una sensación semejante. El cine es uno de los últimos lugares donde nosotros, como sociedad, podemos estar juntos y vivir una montaña rusa de emociones y de altibajos colectivamente. Esta película en concreto está hecha para la gran pantalla. Es enorme y está plagada de momentos completamente inesperados. En una sala de cine, rodeados de otros espectadores, la reacción conjunta crea momentos inolvidables cuando llegan estas sorpresas. Es más divertido, más inmersivo. Es escapismo puro. Lo necesitamos en un mundo donde no siempre brilla el sol. Un rayito de sol, incluso en una sala a oscuras, es una idea genial.