La directora -que en la foto de arriba aparece haciéndose un selfie junto a los productores de The Marvels Jonathan Schwartz, Mary Livanos y Kevin Feige, este último, además, presidente de Marvel Studios, en el pase especial de la película celebrado en el hotel The Westin Las Vegas este pasado 7 de noviembre-, la ha liado, y no precisamente en un buen momento.
Cuando muchos medios, americanos y extranjeros, gritan a los cuatro vientos, como si estuvieran deseando que ocurriera desde hace años, que se acerca el fin del Universo Cinematográfico de Marvel por los resultados en taquilla de sus últimas entregas, Nia DaCosta ha entrado en el juego con unas declaraciones que ayudan poco.
La herida más dolorosa fue la de Eternals (2021), que no funcionó de ninguna de las maneras con que puede funcionar una película (crítica y taquilla). Tampoco lo hizo la nueva entrega de Ant-Man, la apellidada Quantumania, estrenada este 2023. Y en ese escenario de desolación, entra en escena Nia DaCosta y dice que si bien se sintió muy halagada y emocionada cuando Kevin Feige la llamó para ofrecerle dirigir The Marvels, lo cierto es que, visto lo visto y con la película terminada, sólo puede decir que «es una película más de él que mía». Lo ha dicho en Vanity Fair.
Pero la cineasta ha confesado más cosas. Que si Feige se metió en la sala de montaje y ella perdió el control creativo del proyecto. Que si supo desde el primer momento que no iba a poder hacer lo que le diese la gana, que entraba en un mundo regido por unas reglas muy específicas. Y, para compensar, que ha trabajado con un equipo de profesionales a los que admira y con los que ha colaborado de forma maravillosa.
Hay franquicias que tienen una reglas muy estrictas y ningún cineasta se puede saltar. En eso Nia tiene razón. Ella por lo menos reconoce que sabía dónde se metía. No lo supo, por ejemplo, Danny Boyle cuando aceptó dirigir No Time to Die (2021) y fue despedido, o se marchó, a las pocas semanas. Con James Bond, como con los superhéroes de Marvel, no se juega.