Paula Ortiz y Alba Planas nos acercan un poco más al misterio de La Virgen Roja

La cita fue en el Ateneo de Madrid, en cuyos pasillos y salones se han rodado precisamente algunas escenas de la película. La directora, Paula Ortiz, y la protagonista, Alba Planas, de La virgen roja se encuentran con Cinerama para desvelarnos algunos secretos de una de las películas españolas más fascinantes y mejores del año.

Paula, has dicho que llevas obsesionada con la terrible historia de Aurora y de su hija Hildegart muchos años. ¿Por qué?

Porque es una de las historias que yo he leído o conocido que albergan más fisuras y más contradicciones humanas, desde lo individual a lo colectivo, y desde lo femenino a lo universal. Me parece brutal lo profundo y doloroso de la herida femenina que cuenta, de la oscuridad del alma humana y de cómo esa herida, que va desde el vientre materno, crece y crece en este contexto histórico, uno de los más brillantes y contradictorios de nuestra historia reciente, y se ramifica hacia lugares y preguntas ideológicas y filosóficas irresolubles de las que somos hijos y que son las que nos están hablando hoy.

Alba, ¿conocías los hechos reales¿ ¿Has visto la película de 1977 basada en el caso dirigida por Fernando Fernán Gómez con Carmen Roldán como Hildegart?

Pues ninguno de los dos, ni el caso real ni la película, desgraciadamente. Empecé a investigar sobre esta historia de cara al casting y luego ya en el rodaje. Una de las cosas que más me impactaron es que fuera tan desconocida, haber descubierto este suceso del que no tenía ni idea y por qué no nos lo contaron, por ejemplo, en clases de Historia en el instituto. Hablé con mi abuela, que sí sabía algo porque en su generación era un hecho conocido, pero se ha ido olvidando con el tiempo. Así que ha sido una suerte recuperarla. La historia te atrapa. Todo el mundo con el que lo he hablado se queda fascinado, desea ir más allá e investigar más.

Paula, este es tu quinto largometraje tras De tu ventana a la mía (2011), La novia (2015), Al otro lado del río y entre los árboles (2022) y Teresa (2024). ¿Se puede trazar algún tipo de conexión entre los cinco?

Es algo mucho más intuitivo de lo que parece. No hay un plan, pero sí que hay una vocación creativa y humanista de volver a los grandes temas y a las grandes contradicciones. A mí me atraen los personajes que tienen contradicciones irresolubles e inagotables, y eso es lo que creo que tienen en común los protagonistas de Lorca (La novia), el Hemingway del final de su vida (Al otro lado del río y entre los árboles) o la misma Santa Teresa. Ella y Aurora son los personajes más alucinantes que he conocido en mi vida y tienen algo en común: como me dicen mis amigos “a ti te gusta hacer películas de superdotadas cucu” (risas). Me atraen las grandes mentes en momentos históricos de bisagra, personas que se adelantan a su tiempo y, al hacerlo, hablan poderosamente a nuestro presente. Personas que acarrean ellas mismas contradicciones hasta resultar incomprensibles. Santa Teresa decía “en la contradicción está la ganancia”, que me parece una de las grandes frases de la vida. En definitiva, me mueve todo eso y responde a una vocación humanista y a tratar de entender mejor al ser humano.

Alba, ¿hacia dónde te ha llevado como actriz y como mujer esta historia tan truculenta? ¿Cual ha sido la reflexión?

Pues me ha abierto muchas ventanas de debate conmigo misma y con la gente con la que he compartido este viaje. La principal reflexión, de la que más he aprendido, es que no hay revolución posible sin amor. Y esa lección ha sido preciosa de vivirla y compartirla con un equipo maravilloso. También me ha hecho reflexionar mucho sobre el lugar sociopolítico donde nos encontramos. Mis amigas y yo nos creemos muy avanzadas, porque hemos conquistado muchos lugares y somos muy modernas y todo eso… y de pronto escuchar a una mujer que hablaba de esa manera a principios del siglo XX te sorprende y te hace reflexionar mucho acerca de que igual no estamos en el lugar en el que deberíamos estar si se hubiesen escuchado a esas mujeres. Si hubiera sido así, la Historia habría evolucionado más acorde con la igualdad y los derechos. Ha habido una involución tremenda que nos ha llevado a un lugar donde no deberíamos estar.

El True Crime está de moda. Esta es la historia de una madre que asesina a su hija y también tenemos ahora de actualidad a hijos que asesinan a sus padres (los Menendez). Aunque me da la sensación Paula de que no estás del todo conforme con que La virgen roja sea considerada como un true crimen al uso…

Se está diciendo que lo es porque en sí mismo etimológicamente lo es, es un crimen real, basado en hechos reales, pero a mí me gustaría puntualizar que el True Crime normalmente se asocia a lo truculento, al suceso. Me gusta matizarlo porque sí, evidentemente, La virgen roja tiene una dimensión de True Crime, pero esa no es su médula espinal. La diferencia es que esta no es la historia de una madre que mata a su hija por un arrebato de locura o algo pasional, o porque sea una psicópata. Aurora es una mujer que acaba con un proyecto: su hija. No es una psicópata, es una fanática y ese fanatismo lleva a la película a un conflicto de ideas y a un conflicto político donde las ideas y las emociones chocan profundamente.

Como le dice Aurora a su hija: «Todo tu mundo soy yo y todas tus ideas son mías».

Exactamente, una mujer que educó a su hija para ser una líder, que le otorgó una galaxia de conocimiento y de herramientas para ser la mujer del futuro, para ser libre y trabajar por una sociedad digna, como dice ella. Pero en el primer momento en que la chica hace un ejercicio de libertad, la mata. Creo que el corazón del conflicto de esta historia traspasa el True Crime. El debate está en otro sitio.

¿Tuviste el casting claro?

La verdad es que sí. Las dos llegaron muy pronto. Najwa desde muy al principio, porque hay algo en ella que recogía muy bien el espíritu del proyecto. Ha construido una Aurora muy contemporánea, muy física, y como actriz sabe navegar con esa presencia. No le asusta lanzarse a las aguas más oscuras de los personajes, algo que es muy duro para el actor, no todo el mundo está dispuesto, pero a ella no le da miedo. Se acerca desde lugares que van desde lo más físico hasta lo más intelectual. Y no le asusta, se mete de lleno. La misma Najwa lo dijo el otro día: mira el abismo y el abismo le devuelve la mirada. Aurora tenía que ser alguien capaz de sostener esa oscuridad. En cuanto a Hildegart, es un personaje muy muy difícil, no me cansaré de decirlo. Nadie más que yo conozca ni haya conocido, dentro y fuera de España, podía ser Hildegart. Solo Alba, con esa brillantez, con ese control de la palabra, ese discurso político que proyectase su inteligencia prodigiosa, que sostuviera las ideas con convicción. Hildegart es una superdotada, pero también una niña. La actriz elegida debía cargar con esa dualidad, la fragilidad de una adolescente que sale al mundo por primera vez, no lo entiende y le llegan las injusticias y los desafectos por primera vez. El trabajo de Alba me parece tremendamente difícil. Y lo ha hecho como nadie más podía hacerlo.

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