Vuelve el maestro De Palma, aunque esperemos que no con una película de retraso

«Siempre he tenido buenas críticas, solo que con una película de retraso». Esta frase es de Mel Brooks, sorprendido porque en el New York Times le ponían a caldo cuando estrenaba película y cuando llegaba su siguiente trabajo se preguntaban qué había sido del genio que dirigió la anterior. A Brian de Palma (New Jersey, 1940) le pasa lo mismo, pero en su caso los críticos no van con una película de retraso, van con cinco, seis o más. «Estoy convencido de que dentro de diez años rectificarán lo que escribieron sobre La hoguera de las vanidades (1990). Como pasó con El precio del poder (1983) o con Impacto (1981)», ha dicho el veterano cineasta.

Brian de Palma detesta a los críticos. Pero ahora resulta que para el gremio que valora las películas es un maestro a imitar, cuando hasta hace poco esos mismos le acusaban con desprecio de copiar torpemente a Hitchcock. «Lo que siempre me ha irritado es que suelen decir lo primero que se les pasa por la cabeza. Los artistas se inspiran siempre en los artistas anteriores. Si Hitchcock tuvo una idea fantástica, ¿por qué no voy a poder yo explotarla también integrándola en mi propio sistema? Cuando se estrenan mis películas, dicen: “Ya está. Ya nos va a contar otra vez lo mismo de siempre”, y me endilgan 400 críticas nefastas…». Palabras del bueno de Brian, acostumbrado a ser masacrado con cada nueva película.

Darren Aronofsky estrenó Madre! (2017) y alguien dijo que el director «parece seguir la pista de De Palma», y François Ozon hizo El amante doble (2017) y el de al lado se entusiasma con lo que está viendo porque «recuerda a Brian de Palma». Menos mal que el gran cineasta está curado de espanto. Nada puede alterar al hombre que, junto a Scorsese, Spielberg, Coppola y Lucas, revolucionó la industria de Hollywood en la década de 1970.

«Me pasé muchísimos años trabajando para un sistema que no respeto gran cosa y tengo muy poca estima por los directores de los estudios. ¡Lo mismo me pasa con los críticos y a ellos les sucede igual conmigo!».

De Palma no está en el sistema, nada a contracorriente y muchas veces ha pagado caro esa rebeldía. Un tipo que le aconseja a otro colega que sólo será un director digno de tal nombre el día en que lleve a una productora a la quiebra, como le dijo en cierta ocasión a Walter Salles, no puede contar con muchas simpatías entre los ejecutivos de Hollywood.

Su penúltima película estrenada, Passion (2012), no pasó por salas de cine, y la última, Domino (2018), fue tan maltratada que ahora anda perdida por alguna plataforma. Lejos quedan los tiempos en que cada nuevo trabajo del director se esperaba como un acontecimiento: Carrie (1976), Vestida para matar (1980), El precio del poder (1983), Doble cuerpo (1984), Los intocables de Eliot Ness (1987), Mission: Impossible (1996)…

«El mundo del cine puede volverse enseguida bastante inhumano. Para sobrevivir en él hay que estar blindado, pero que muy blindado», ha dicho, y él parece estarlo. Mientras, se pasa la vida pensando en argumentos de películas, por eso una amiga que le conoce bien le definió de la mejor manera posible: «Brian vive la vida como una ficción y las películas como la única realidad posible». 

Su nuevo proyecto se llama Sweet Vengeance y parece ser que estará inspirado en dos historias reales de asesinatos que tuvieron lugar en los Estados Unidos. «Durante 30 o 40 años he visto en televisión cantidad de historias verdaderas de crímenes (True Crime), como las del programa 48 Hours. Estoy interesado en cómo se cuentan esas historias en esos programas. Mi intención es hacerlo como se hace en televisión”.

Además, el cineasta lleva un tiempo dándole vueltas a Catch and Kill, que en la web imdb aparece como “una película de terror ambientada en Hollywood y protagonizada por un magnate del cine que actúa como un depredador”. La historia, escrita por el propio director, está basada en la figura de Harvey Weinstein. 

Crucemos los dedos para que pueda sacar adelante uno de estos dos proyectos, o los dos.

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