
Por qué hay que verla
El segundo largometraje dirigido por Ana Asensio -primero que rueda en España tras Most Beautiful Island (Gran Premio del Jurado del SXSW en 2017) es una aventura protagonizada por la debutante Alessandra González, una niña que trata de descifrar el mundo que le rodea de la mano de Juncal Fernandez, en Madrid de finales de los 80.
Madrid, 1988. Elena afronta la reciente pérdida de su abuela mientras se prepara para hacer la Primera Comunión. Su amistad con Serezade, una niña que no se separa de su cabra, le lleva a plantearse si realmente el mundo es tal y como se lo han contado.
La historia se desarrolla en el mes de mayo del Madrid de 1988, con la llegada del calor, las fiestas de San Isidro y el final del año escolar. A través de los curiosos ojos de Elena, seguiremos su día a día tratando de dar sentido a las enseñanzas de la catequesis antes de su Primera Comunión, la tensión que percibe entre sus padres, sus preguntas en torno a la muerte y su creciente fascinación por Serezade y su cabra.
«La Niña de la Cabra demuestra que otro cine familiar es posible. Cualquiera que tenga hijos sabe lo difícil que puede resultar encontrar una película en cartelera que haga disfrutar por igual a mayores y a pequeños. Ana Asensio lo consigue con su segundo largometraje. La Niña de la Cabra es una historia tierna e inteligente que despierta un halo de melancolía en aquellos que vivimos los años ochenta y que espero invite a los más pequeños a hacerse preguntas importantes a través de las aventuras de Elena, nuestra protagonista», cuenta el productor Pedro Hernández Santos.
Sobre su regreso a España para este segundo proyecto, Asensio comenta: «Salí de España hace ya más de veinte años y curiosamente, cuanto más tiempo pasa, más echo de menos mi tierra. En Estados Unidos, donde resido, soy y siempre seré una extranjera. La manera de concebir el cine, como parte de la cultura y de la identidad de un país, es algo que yo comparto y de lo que me enorgullecería formar parte. Me ilusionó enormemente la idea de volver a España a rodar con la luz tan brillante de Madrid y sus espectaculares puestas de sol, volviendo a revivir esa infancia tan presente todavía en mí».
La motivación de la directora para realizar esta película parte del deseo de plasmar los recuerdos de su infancia. «Tengo vívidos recuerdos de mi infancia. Más que de cualquier otro periodo de mi vida. Me pregunto si la forma en que recuerdo las cosas ha cambiado con el tiempo, como si reeditara las escenas de una película o si siempre fueron como las imagino actualmente. A veces, la mayoría de las veces, esos recuerdos son sensoriales: el sabor de la leche y las galletas, el sonido de una canción de aquella época o el olor de los lápices de colores», comenta Asensio.